NANA MULUC
LA DIMENSIÓN SAGRADA DE LO FEMENINO

A las mujeres no vistas como una bendición al nacer, a las no respetadas.

El cielo y las estrellas hicieron música para ti.
El sol y la luna te honraron.
Dios te exaltó.
Lo sagrado femenino te canta.

Inscripción en el templo de Hathor,
en Dendera, Egipto, siglo II a.C.

Tal vez hoy esto no diga nada a tu corazón porque estás pequeña. Tal vez algún día mis palabras sirvan para aliviar tu alma.

Vive en mi corazón la euforia de tu parto, voces de júbilo ante la hermosa niña que fue sembrada en esta tierra para iniciar su propia trama, su propio tejido. Nacemos impregnados de amor a la vida. Somos seres aún no manifestados, sin historia, inocentes, confiados, sabios, poliamorosos.

Buscamos hilar un tejido entrañable de colaboración; salir de la unidad para emprender la propia jornada. Inicia la misión de tu viaje sabiéndote ser contradictoria, dual: espacio-tiempo, vida-muerte, luz-oscuridad, consciencia e inconsciencia. Te percibes por primera vez como un ser racional y sensible: ambiguo. Eres todo. Eres magia, mi amor. Tienes la capacidad de transformar cualquier cosa que aparezca en tu vida. Puedes dirigir tu luz, utilizar tu intuición y sabiduría. El inconsciente te llenará de códigos, de claves para descifrarte.

Todos hemos no sabido alguna vez, todos no sabemos. Quien no puede contactar con el dolor no puede contactar con el gozo. Para que seas una sanadora debes estar herida, querida niña mía. Tomarás en tu vida decisiones que no pasarán por la reflexión. Cruces de caminos. Concilia, confía, intuye. Sánate desde la gratitud.

Honra el tiempo; detente y exhala. Honra el momento por el que estás transitando.

Fluye y honra el movimiento.

Permítete también estar en quietud, a la espera, sin control.
Date cuenta del misterio de la vida, de la impermanencia.
Hílate nuevamente antes de que el tiempo te corte.
Amígate con el coraje de existir, de arriesgar.

Desolación, noche oscura, sequedad.
Irás tocando lugares que no conocías.
Integrando lo desconocido con respeto.
Muriendo a un modo de ser, con dolor ante la pérdida.
Ya no serás la que eras y todavía no serás la que serás.
Ofrenda tu dolor.

Toca la tierra con la cabeza; hay que inclinarse ante lo grande, cariño.
Observa los “no” y los “deberías” y déjalos ir.
Refúgiate en la noche donde surge la vida.
Procúrate caos para que llegue el nuevo orden.
Integra y atesora las escenas de tu existencia,
las que te hicieron sonreír, las que te hicieron llorar.
Todo hace sentido.

Vuelve a poner el corazón en su lugar.
Deja que todo se acomode en su nueva forma de estar.
Sabia niña. Guardiana de la vida.
Lograste conciliar tu inteligencia y tu torpeza.
Tu espíritu y tu cuerpo.
Tu generosidad y tu envidia.
Tus miserias y tus virtudes.
Esa eres, eres ambas. Esa soy yo también.

Cuando estés a punto de cerrar tu historia,
lo que has sido siendo,
agradece que te pudiste revelar
alineada, plena, empática, conectada, libre.
Sin miedos, sin juicios, sin límites, sin dudas, sin apegos.

Cuando te des cuenta de esto,
trátate con gentileza porque eres grande, pequeña mía.
Así te quiero y te querré siempre.

Ahora, cántale a tus huesos, mi niña, para que se unan desde un lugar amoroso y te permitan hacerlo distinto a tus ancestros.

Bendecido comienzo.
Bendecida siembra.

Adelia Sayeg
Enero 2022